viernes, 19 de abril de 2013

Historias de la vida real.

Alguien, hace mucho tiempo, me contó que la vida juega con nosotros de acuerdo al aburrimiento de sus días; ese día, esa misma persona me contó una historia. Me pidió que no la contara a nadie que pudiera meterle en problemas, no le conté a nadie que pudiera darle aprietos, pero sí, la historia la conté, cientos de veces; nadie me puede culpar, no es una historia tan mala después de todo. La cuestión era así…

“Como a las 10 de la noche una chica y su tío se quedaron solos en el patio de su casa, era el final de alguna celebración sin demasiada importancia, pero lo suficiente para reunir a la familia completa, el tío bebía con entusiasmo un cerveza fría, mientras que la chica sólo tomaba un poco de agua; se llevaban bastante bien, los dos. Luego de un rato se acabaron las historias que daban risa y todo quedó en silencio, estaban uno al lado del otro y, alrededor de ellos, esas sillas vacías, esa noche había luna llena, que iluminaba todo el patio y las facciones de ambos, él se veía más tosco y ella más delicada, él dio el último trago a la botella de cerveza mientras ella miraba a la luna, entonces, en ese momento, fue que él decidió romper el silencio – “¿Sabes?” – Dijo despacio – “esto me recuerda a un momento de mi pasado” – ella acomodó su cabello detrás de su oreja, como si eso la ayudara a escuchar mejor y le miró, él continuó diciendo – “No fue un momento grato, pero lo recuerdo siempre, supongo que aprendí de ese instante” – él iba a continuar, pero vio a la chica fijamente y entonces ella preguntó – “¿Qué te enseñó?” – él le sonrió y suspiró – “pues, bueno, querida de mi corazón, ese momento me hizo entender que la vida es una bastarda que juega con cada uno de nosotros mientras ande muy aburrida, se puede poner muy creativa, ¿quieres saber por qué lo digo?” – Ella iba a responder pero entonces, él sacó una pistola de su bolsillo y ella lo observó con sus grandes ojos nerviosos, él siguió hablando – “relajante, sabes que no te lastimaría; ser policía te lleva a hacer cosas que no son placenteras pero que se tienen que hacer”
“¿Cómo dispararle a alguien?” – lo interrumpió la chica con expresión cautelosa.
- “exacto, como dispararle a alguien, aunque te mentí, a veces es placentero dispararle a uno que otro desgraciado, olvidado por la vida, pero eso no es importante, esa noche, bueno, esa noche yo le disparé a alguien” – sacó las balas y empezó a pasearlas entre sus dedos mientras continuaba la historia – “la primera persona a la que disparé sin estar trabajando, pero ciertamente era un bastardo y ella una puta sin nombre, era muy temprano y yo llegué mucho antes, sí, un crimen pasional, pero, ¿qué te puedo decir? Nadie lo descubrió, él no tenía hijos, ni familia, iba por la vida acostándose con cualquiera que le abriera las piernas. Llegué y allí estaban los dos, en mi cama, él estaba tocando sus pechos y usando sus dedos de manera bastante hábil y ella, que delicia, estaba a casi nada de llegar, abrir la puerta de golpe y frustrar su gran final fue todo un placer” – la miró como buscando algún signo de reproche o aprobación, ella sólo sonrió y le pidió que continuara – “ambos tenían intenciones de empezar a balbucear disculpas y estupideces, pero para ese instante ya tenía el arma en la mano y cargada, esperando atenta, ninguno sabia que hacer, él se movió y yo disparé, justo en el corazón, ella lloró desconsolada, una crisis total, le grité que se callara antes de que la matara también, así que cerró la boca, yo me quedé mirando al tipo ese, tirado en mi alfombra nueva y le dijo lo más calmado posible:  ¡Maldición! Ahora debo deshacerme de esa cosa.
Y entonces lo dijo, la sugerencia de la noche auspiciada por mi encantadora mujer: Sirvámoslo en la cena a los invitados de esta noche.
¡Esa perra desalmada!, ¿puedes creerlo?” – Por fin paró de hablar y miró a la chica, que estaba atónita y continuó pausadamente – “no, yo tampoco pude” – ella hablo antes de que él dijera otra palabra – “¿y qué ocurrió?” – preguntó ella y él le sonrió, como diciendo que estaba esperando tanto esa pregunta – “pues, ¿qué va a ocurrir? Hicimos una deliciosa cena, una carne esplendida con patatas y arroz luego me separé de ella y eso fue todo, me fui de estado, no supe más, la deje sin nada y me fui, ni siquiera me divorcié, sólo me fui”.

Esa historia terminó con las mismas palabras con las que terminó mi noche, ese día: “pero eso es un secreto y debes prometer no decirle a nadie, por lo menos a nadie que me vaya a meter en serios problemas”. No volví a ver a mi tío, tiempo después, murió, lo mataron, un tiro en el corazón… Nos enteramos que su esposa había sido la responsable de jalar el gatillo.

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