viernes, 29 de marzo de 2013

Pequeña pesadilla.

Escribo, escribo de ti y cuando no escribo, pienso en ti, estás presente en todos lados, en especial cuando me caigo, en especial cuando amo, en especial cuando callo... Estás en la poesía que manchan las paredes, estás en la chaqueta de cuero falso de mi abuelo, estás en Caracas, en España y en el vuelo.

A veces escribo y me detengo, pienso que ya no estás aquí, pero sé que es sólo el comienzo. Porque tú tienes pinta de ser parte del purgatorio.

¿Alguna vez?

¿Nunca has sentido como si tuvieras el peso del mundo en tus hombros?
Como si te estuvieras desvaneciendo lentamente, como si estás bien, pero al mismo tiempo, mal.
Como si estuvieras solo, más allá de ser algo físico.
¿Nunca has sentido como si tuvieras esa necesidad de escapar de todo?
Irte a una montaña, respirar aire frío, mirar caminos verdes.
Como si necesitaras revitalizar tus emociones.
Como si ya en donde estás, no es el lugar para ti.
Como si tu autoestima estuviera jugando a ver que tan arriba o que tan abajo puede llegar en un día.

... no, yo tampoco lo he sentido.

jueves, 28 de marzo de 2013

- ¿Y tú? ¿Qué esperas descubrir? - le dijo a la chica mientras se le sentaba al lado.
- Yo espero descubrir lo que sea que tengas para ofrecer.
- ¿Yo? ¿Por qué habría de interesarte eso?
- Porque tienes algo en esa mirada recia y en esas manos toscas... Que siento que terminaré descubriendo un osito de felpa ahí dentro. Y eso, bueno, eso no me lo pierdo por nada.
- Había una vez una serpiente...
- ¿Una serpiente?
- Sí, una serpiente, ¿por qué?
- Es que nunca había escuchado un cuento que empezara hablando de serpientes.
- Es por eso que estás tan chiquito, porque no puedes llegar a pensar que las serpientes también tienen historias o que los humano pueden llegar a escribir de ellas.
- Si empiezas a cavar mucho y mucho, en algún punto darás con algo y eso no siempre es bueno. Debes tener cuidado cuando hagas eso.
- ¿Por qué me dice eso?
- Porque te he visto cavar por los alrededores. Y peor que cavar y encontrar algo en lo profundo de la tierra, es encontrar cosas en lo profundo de las personas

lunes, 25 de marzo de 2013

De tristeza infinita.

Ella era hermosa, pero su tristeza era infinita, ella quería ser como una rosa, pero estaba un tanto marchita, ella estaba enamorada de las cosas, pero de ella ninguna. Eran gotas de lluvia que tan a gusto estaban rodando por sus mejillas, eran los recuerdos que tan cómodos estaban cargándole la mirada, era un vestido viejo y desgastado que guardaba más memorias que polvo y un labial rojo carmín demasiado brillante para ser parte de sus días. Un par de cartas de alguien que sumó rayas a su dolor, del que estaba segura que era amor; ella era graciosa, pero estaba rota.

Ella era hermosa, pero su tristeza era infinita.

Mi única certeza.

Y a mí me parece que te busco en las miradas atorrantes de las personas, creo que necesito saber que estás ahí, así sea sin hacer nada, que todavía no te vas, tú eres como el caos al que soy adicta aun cuando digo que me gusta estar tranquila, aun cuando ya me cansé de preguntarme en dónde te encuentras, en qué lugar del mundo estás siendo feliz sin mí. A mí me da la impresión de que todavía me importas, de que nunca deje de quererte vivir junto a mis cosas, de dormir contigo o de planear un viaje a Zaragoza, es de esas cosas ilógicas que nunca pude entender, de esa rara mentalidad que siempre me hacías obtener. Creo tener la vaga idea del color de tus ojos mirándome como yo quería que me miraran, pero quizás, también tengo la mente nublada por los fantasmas de tu olor, o las huellas de tu recuerdo. Posiblemente todo tiene una pisada tuya que aun no logro limpiar, no sabes cuan frustrante es hablarte sin que me puedas escuchar.

Y tengo, por sobre todas las cosas, la terrible y poco grata convicción de que tú, allá, en donde te encuentras, has dejado de pensar en mí, aquí, en donde me hallo.

Pequeños toques de eternidad.

Hay miradas que pasamos por alto, pero que cuando las notamos nos dejan en blanco, nos erizan la piel, nos calman si nos ven, miradas que desconocen los efectos que producen, que te susurran pensamientos y te alargan sonrisas. Hay veces que ignoramos ciertas cosas y seguimos de largo, hasta que nos rozan la mano y nos sacan de nuestro letargo, hasta que nos dan un abrazo y descubres que te pueden derrumbar y componer en un segundo. Existen momentos que son tan chiquitos y pasan tan rápido que no los notas, pero que después, acostado en tu cama, cuando la oscuridad se asienta, los reproduces en tu cabeza y deseas haber prestado más atención a los detalles.

Al calor, a la comisura de sus labios, al color de sus ojos, a la claridad de su mirada, al roce de su mano...

Y además te amo.

Pero te amo...

Así deberá empezar todo, así empieza la historia, la que es suplicio, pesadilla y suspenso; así empieza la que es romance, ternura y amor. Pero te amo y soy tuya, pro sientes algo y no eres mío, aunque dices algo totalmente diferente, me gustaría ir por ahí y encontrarte parado en la esquina, con tu porte de relajado, con tu cabello mal arreglado, con tu sonrisa a medias, encontrarte ahí y no por cosas del destino, sino porque fuiste por mí, a encontrarte conmigo.

Una tragedia en pocas palabras.

Ella dijo: juntos hasta que la muerte nos separe.
Y segundos después, él la vio rodar por las escaleras.

domingo, 24 de marzo de 2013

Justo antes del adiós.

Nos acercamos un poco y durante ese centímetro todo pareció estar bien, como si nada de lo que ocurriera nos haría daño, pero luego nos miramos a los ojos, como si estuviéramos apunto de besarnos, pero no sucedió, fue un deseo que se desvaneció al recordar que para nosotros seria malo y entonces, di un paso atrás.

Supo lo que venia, lo que diría, lo que nos tocaría, que nuestros ojos no se volverían a ver como hace segundos, que nuestras almas se separarían, también se había dado cuenta de que todo estaba cambiado, diferente, ya no era lo mismo, como la primera vez que nos conocimos, un accidente, cosa del destino.

Era una tragedia, justo en frente de nuestros caminos, pero era tan necesaria como respirar, si no nos alejábamos en ese momento, quedaríamos irremediablemente marcados y lo dije, ya era todo, ahí se acababa.

Me sonrió una vez mas con ligera resignación, la misma que contenían mis suspiros, en ese instante ambos sabíamos que en un futuro, escribiríamos historias de nosotros, de lo que fuimos, de lo que pudimos haber sido, quizás, pero que al final, era mejor así y los dos lo teníamos presente. 

Con Katherine Ibarra.